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sábado, 3 de agosto de 2013

JOE EL IMPLACABLE



Navajo Joe (1966)

Director: Sergio Corbucci

Intérpretes: Burt Reynolds, Aldo Sambrell, Nicoletta Machiavelli, Fernando Rey


Interesante película la de esta semana, una producción de Dino De Laurentiis con Sergio Corbucci a los mandos y con más de un rostro reconocible, bien por el cine y la televisión de nuestro país (Álvaro de Luna y Fernando Rey, por citar algunos), bien por su presencia en multitud de spaghettis (Aldo Sambrell) o incluso por su proyección internacional, siendo este el caso de un joven y apenas conocido Burt Reynolds desprovisto de su famoso bigote en el papel principal. No obstante, su rasgo más distintivo dentro del género no es solo la presencia de personajes indios, nada abundantes en el western europeo, sino que en concreto uno de ellos es el héroe y protagonista, es decir, el Joe del título.

No es fácil de imaginar por donde van a ir los tiros, y hay muchos, en la sencillísima trama: el grupo de cazadores de cabelleras liderado por Duncan acaba con el poblado de Joe y este les seguirá en una búsqueda de venganza que le conduce a hacer un trato con el pueblo de Esperanza, donde también han tenido y tendrán sus contratiempos con la banda de villanos. Efectivamente, sobresaliendo por encima de esta simple trama tenemos un hilo conductor formado por una violencia inusitada y bastante más explícita de lo habitual además de muchos, muchos tiros, con el sadismo de Duncan a un lado y la sanguinaria venganza de Joe en el otro extremo. Aquí es donde tenemos que hacer hincapié en la labor de Sergio Corbucci, uno de los grandes nombres del spaghetti western y con numerosos méritos y que en esta ocasión sabe darle a la película ese ritmo endiablado y acelerado amén de saber explotar unos magníficos escenarios naturales (todo localizaciones españolas) y un levemente diluido pero siempre presente mensaje antirracista que si bien tiene algunos diálogos (y ciertamente tiene pocos) que se me antojan algo pueriles, otros son algo más que decentes. Tampoco voy a obviar el magnífico tramo final, epílogo incluido, que me parece un trabajo soberbio por parte de Corbucci.

Y luego, claro está, esa apuesta sobre seguro que es contar con la música de Ennio Morricone, una vez más en estado de gracia y resaltando como nadie los mejores momentos de la película. En este caso las alabanzas hacia Morricone no son para nada gratuitas, con dos magníficos temas como son el ominoso Silhouetto of Doom y el tema principal, ambos hoy en día todavía bastante populares por su reutilización por parte de Quentin Tarantino en Kill Bill.

Las interpretaciones no están nada mal, pues al principio cuesta ver a Reynolds con esa guisa y en ese tipo de papeles (parece ser que Corbucci quería a Marlon Brando para el papel, pero ya sabemos que nada es fácil con el señor Brando por medio), pues parece algo torpón al principio y que no se lo termina de creer (a día de hoy dice que prefiere olvidar que alguna vez hizo esta película, un poco exagerado Burt) pero que acaba cumpliendo, aunque la palma se la lleva un tremendo Aldo Sambrell en una de sus mejores interpretaciones, en uno de esos casos en los que la profesionalidad y ser perro viejo imperan sobre el divismo. Al resto de secundarios tampoco les da tiempo de lucirse, apareciendo como meras comparsas, a excepción posiblemente de Pierre Cressoy como el mezquino y traicionero médico o la bella Nicoletta Machiavelli como criada india.

Tras haberle dado un nuevo visionado y sin ser mi preferida de Corbucci, sí que es una de las obras más dignas de su filmografía, aunque solo sea por disfrutar y divertirse con una historia de acción y venganza india libre de trascendentalismo y más lecturas. Y con eso y con todo, es una gran película y, por qué no, de lo mejorcito del género.

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